La mortalidad de los usuarios “vulnerables”, definidos por la Organización Mundial de la Salud como todos aquellos que carecen de escudos, se ha incrementado desde 2012 un 6%. Las campañas de concienciación siguen fijándose en los conductores.
En la última década, unas 10.000 personas integradas en estos colectivos fallecieron en las carreteras y ciudades españolas (5.000 motoristas, 4.200 peatones y 700 ciclistas, en datos aproximados). Colectivos cuya única protección es su cuerpo, y es por eso que, las campañas de concienciación parecen obviar dichos datos y continúan fijando su atención en el conductor del vehículo. En proporción, cabe destacar un dato. Los peatones. Aunque significan el 25% de los accidentados, suman un 43% de los usuarios vulnerables fallecidos.
Así, mientras que en el año 2007 se produjeron 716 víctimas mortales menos en el colectivo vulnerable que en los vehículos de cuatro ruedas, en el año 2016 la diferencia se redujo a 104 fallecidos. Un incremento escalofriante.
Otro de los datos que inquieta, según el informe de Línea Directa, es el de ciclistas lesionados en accidente de tráfico. Un indicador que desde 2012 se ha disparado en un 49%.
Mientras las víctimas crecen, las sensaciones de los conductores españoles a este respecto consideran que los colectivos vulnerables no cumplen las normas, especialmente los usuarios de bicicletas y de motocicletas, por lo que la conciencia del conductor ante el alarmante incremento de víctimas mortales de dicho colectivo, continúa siendo lasa.
En el informe se analizan 900.000 accidentes recogidos en la base ARENA de la Dirección General de Tráfico (DGT) entre 2007 y 2016. Un estudio que ha permitido identificar las comunidades autónomas con mayor proporción de accidentes de usuarios vulnerables. Así, destacan por su alta siniestralidad Cataluña, Madrid y Baleares, motivado por la mayor penetración del parque motorista urbano y la alta densidad de peatones en la calzada.
En otro extremo, Navarra y Castilla – La Macha se posicionan como comunidades a observar por sus bajos índices en este tipo de siniestros y por el civismo con el que se observan los comportamientos de los colectivos vulnerables.
Podría ser cierto que, los comportamientos de dichos colectivos arrojasen a la calzada mayor probabilidad de accidentes pero no es menos cierto que si aumentamos la comprensión y el civismo al volante muchas de las víctimas que se han cobrado las carreteras aún continuarían circulando entre nosotros y a buen seguro que, cada día con más armonía.
Ante un peatón, ciclista o motorista, tengamos siempre en cuenta su vulnerabilidad y sus altos índices de riesgo debido a su ausencia de protección. Una buena forma de evitar accidentes sería empatizar con ellos y ponernos en su piel. De esta forma tendríamos buen cuidado de que su cuerpo no acabase tendido en el asfalto.